Cambió el rival, menos que los anteriores, y cambió el equipo que venía de mostrar superación frente a Chile. La Selección evolucionó. Recuperó, generó y al final, de tanto malograr, anotó.
El arranque de “La Celeste” fue parejo con su rival Bolivia. No fue sencillo pararse en el medio. Mostraron algunas cosas interesantes los dirigidos por Farías. Algo de velocidad, chispazos de dinámica y una incursión profunda, que por muy poco no terminó en gol. Pero fue eso. Un anuncio, nada más.
Después de los 15´ todo el resto del juego, hasta el final, y con excepción del remate que desvió Muslera a los seis del segundo tiempo, – muy bien dirigido -, todo fue de Uruguay.
El resultado final no refleja la abrumadora superioridad mostrada por el equipo en prácticamente 70 minutos. Un poco la mala fortuna, otro poco la fastidiosa y defectuosa forma para definir en varias ocasiones, complementada por la excepcional actuación del portero boliviano Lampe. El guardameta se destacó, evitando varios goles, a pesar de haber protagonizado el gol en contra de su equipo. Fue el mejor en su selección.
La presentación celeste no da para entusiasmarse demasiado y creer que el equipo será protagonista en la definición.
Paso a paso, porque el conjunto está descubriendo junto con su entrenador, la mejor formación, interpretando sus mejores sociedades futbolísticas y algunos de los jugadores, van rindiendo de tal manera que se ganan el lugar y responden a esa responsabilidad.
Muslera llamado para responder en circunstancias complejas ha cumplido. Giménez y Godin con altibajos, siguen complementándose. Ambos además incursionan para empujar al rival sobre su valla, lo hacen en general bien y fue “Josema” precisamente el que lanzó a Torres para la jugada del segundo gol.
Nandez hizo todo bien cada vez que fue llamado a actuar y hoy salió agotado dejando el alma. Es el estilo de jugador que a los uruguayos nos hace calentar las manos.
Valverde, Viña, De Arrascaeta en buen nivel y aportando. Suárez y Cavani siempre están y son los que deben jugar. Erran y embocan. Pero, para que entren o no, hay que estar y están.
Lo que ha sido diferente, novedoso y un acierto, es la presencia de Facundo Torres. Han sido desequilibrante su presencia ante Chile y su ingreso ante Bolivia.
Lo dicho, este equipo se fortalece en el grupo, en la acumulación de días juntos, entrenando, conviviendo. Hay que darles crédito. Van de menos a más. No obstante, defeccionaron en las Clasificatorias ante Paraguay y Venezuela. Tampoco gustó lo que mostró ante Argentina en el debut de la Copa.
Fue algo mejor ante Chile y frente a un rival como Bolivia – que no es representativo de una selección fuerte o competitiva -, mejoró notoriamente y ganó con autoridad.
Paraguay, siguiente rival el lunes 28, puede dar la medida de la superación que Uruguay insinúa en su juego.
Su funcionalidad y poderío en consonancia con los nombres que tiene, la influencia que su entrenador debe tener, – acorde a la cantidad de tiempo que lleva dirigiendo y orientando – y la capacidad individual y colectiva que todos aspiramos que exponga en la competencia, son la prueba siguiente, como para convencernos definitivamente, que puede estar definiendo la Copa América.
Fuente: apu.uy